Aspectos clave para comprender la devastadora DANA

¿Qué es una DANA y cómo se forma?

Una DANA, cuyo nombre técnico es Depresión Aislada en Niveles Altos, es un fenómeno meteorológico que se produce cuando una masa de aire frío queda aislada de la circulación general de la atmósfera, comandada por la corriente en chorro. Este sistema de bajas presiones puede generar precipitaciones intensas y tormentas, dependiendo de varios factores. Para entender su origen, es fundamental conocer el comportamiento de la corriente en chorro, una corriente de vientos de gran velocidad que se desplaza de oeste a este a unos 9.000 metros de altitud, separando masas de aire frío al norte y cálido al sur.

En ocasiones, la corriente en chorro presenta ondulaciones o meandros, y cuando uno de estos meandros se estrangula, una masa de aire frío queda aislada, formando lo que conocemos como una DANA. La capacidad de esta masa de aire para generar precipitaciones depende de factores como su ubicación, la diferencia de temperatura entre la masa de aire y la superficie, y la cantidad de vapor de agua disponible en la zona.

Factores que influyen en la intensidad de una DANA

El comportamiento de una DANA y su capacidad para producir lluvias intensas dependen de varios elementos. Uno de los más importantes es el gradiente térmico, es decir, la diferencia de temperatura entre la superficie y las capas altas de la atmósfera. Por ejemplo, cuando una DANA se sitúa sobre el mar Mediterráneo, donde la temperatura del agua puede alcanzar los 25 grados, el gradiente térmico es muy elevado, lo que genera una gran inestabilidad atmosférica.

Otro factor clave es la cantidad de vapor de agua disponible. Si la DANA se encuentra sobre una zona con abundante agua para evaporar, como un mar, las corrientes cálidas y húmedas pueden ascender rápidamente, formando nubes y tormentas. En cambio, si la DANA se sitúa sobre una región árida, como un desierto, la capacidad de generar precipitaciones será mucho menor.

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El impacto del relieve y la infiltración del suelo

El relieve también juega un papel crucial en el desarrollo de una DANA. En zonas costeras con montañas cercanas, como gran parte de la costa mediterránea española, las masas de aire cargadas de vapor son forzadas a ascender al encontrarse con las montañas, lo que provoca una mayor condensación y precipitaciones. Este fenómeno explica por qué lugares como Grazalema, en Andalucía, son los puntos más lluviosos de España.

Además, la capacidad de infiltración del suelo es otro factor determinante. Suelos con alta porosidad, como los terrenos kársticos, permiten que el agua de lluvia se infiltre rápidamente, reduciendo el riesgo de inundaciones. Sin embargo, en suelos con baja capacidad de infiltración, como los urbanos o compactados, el agua no puede ser absorbida con la misma rapidez, lo que aumenta el riesgo de escorrentías y, en consecuencia, de inundaciones.

La DANA de Valencia y el riesgo de inundaciones

Un ejemplo reciente de los efectos devastadores de una DANA fue el que afectó a la costa mediterránea española, especialmente en Valencia, donde se registraron precipitaciones que superaron los 400 litros por metro cuadrado en algunas zonas. Sin embargo, no solo la cantidad de lluvia fue determinante en la magnitud del desastre, sino también los usos del suelo. La construcción en zonas de riesgo, como cauces de ríos o llanuras de inundación, aumenta la vulnerabilidad de las poblaciones ante estos fenómenos.

Es importante destacar que las inundaciones no son un fenómeno nuevo. Ciudades como Córdoba, Sevilla o Valencia han sufrido inundaciones graves a lo largo de su historia. No obstante, hoy en día contamos con tecnologías que permiten predecir con mayor antelación la peligrosidad de una DANA, así como sistemas de alerta temprana que pueden advertir a la población sobre posibles riadas.

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La importancia de los estudios hidrológicos y la prevención

Para mitigar los efectos de una DANA, es fundamental contar con estudios hidrológicos detallados que permitan cartografiar las zonas inundables y establecer sistemas de alerta temprana basados en datos en tiempo real de precipitaciones y caudales. En España, existen sistemas como el SAIH (Sistema Automatizado de Información Hidrográfica), pero su cobertura es aún insuficiente en muchas áreas.

Estos estudios, junto con una red de datos hidrometeorológicos robusta, son esenciales para prevenir tragedias. El cálculo de los tiempos de retorno de inundaciones, que indica la frecuencia con la que un evento de cierta magnitud puede repetirse, es clave para planificar el desarrollo urbano y evitar la construcción en zonas de alto riesgo. En definitiva, la prevención y la planificación son nuestras mejores herramientas para minimizar el impacto de estos fenómenos naturales.

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