El inspirador legado de la infancia recuperado por Atende



El legado de los juegos populares: un puente entre generaciones

El legado de los juegos populares: un puente entre generaciones

En la actualidad, las habitaciones de los niños y niñas están llenas de juguetes y dispositivos tecnológicos que han transformado la manera en la que se divierten. Los avances tecnológicos han desplazado, en gran medida, aquellas tardes en parques y plazas donde la imaginación era el principal motor del entretenimiento. Sin embargo, los juegos tradicionales, que marcaron la infancia de generaciones pasadas, han sido rescatados gracias a la revista “Jugando entre recuerdos”, una iniciativa de Atende, filial de Clece especializada en servicios sociales, creada en el marco del Día Internacional de las Personas Mayores.

El propósito de esta publicación es rendir homenaje a nuestros mayores, quienes son los guardianes de la memoria cultural de estos juegos populares. La revista se centra especialmente en las personas usuarias del Servicio de Ayuda a Domicilio de la Diputación de Jaén, Andújar y Úbeda, reconociendo su papel en la transmisión de tradiciones que no deben caer en el olvido.

Un baúl de recuerdos y enseñanzas

“Jugando entre recuerdos” no es solo un compendio de reglas y tradiciones de juegos antiguos, sino también un viaje al pasado. En sus páginas se encuentran las raíces de la infancia de muchas generaciones, con juegos como la rayuela, la comba o las muñecas de trapo. En una época en la que la tecnología era inexistente, las manos y la imaginación eran las herramientas principales para crear momentos inolvidables.

Desde Atende, se busca que estos juegos sean mucho más que simples pasatiempos. La intención es que se conviertan en puentes intergeneracionales, capaces de enseñar valores como la creatividad, la colaboración y la alegría en su forma más pura. Cada página de la revista es un homenaje a aquellos días en los que el tiempo parecía detenerse y las amistades se forjaban con un simple “¿Quieres jugar conmigo?”.

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Una iniciativa que trasciende fronteras

Además de rescatar estos juegos tradicionales, Atende trabaja diariamente para combatir la soledad no deseada de las personas mayores a través de actividades que les permiten salir de su rutina y sentirse protagonistas. De esta labor nace la revista “Jugando entre recuerdos”, que no solo se distribuirá entre los usuarios de Atende, sino que también se planea llevarla a centros escolares mediante encuentros internacionales.

Esta iniciativa busca enseñar a las nuevas generaciones cómo se divertían sus mayores, destacando que la imaginación puede ser más poderosa que cualquier dispositivo tecnológico. De esta manera, se preserva el legado de quienes nos guiaron hasta el presente, asegurando que estas tradiciones sigan vivas en el futuro.

Testimonios que evocan una infancia llena de creatividad

María Antonia Mendoza Balboa, de 91 años y usuaria del Servicio de Ayuda a Domicilio de la Diputación de Jaén, recuerda con cariño los juegos de su infancia: “De pequeñas jugábamos a las chapas con todos mis hermanos. Éramos tres niñas y dos niños, aunque también me gustaba jugar con mis amigas Luz, Nicolasa e Isabel. Recuerdo que jugábamos cuando no teníamos escuela y hasta que nos hicimos mayores, cuando ya mi madre nos mandaba a por agua a la fuente y a lavar. ¡Qué infancia más divertida hasta hacernos mayores!”.

Por su parte, Pedro Moreno Cortés, de 88 años y usuario del Servicio de Ayuda a Domicilio de Úbeda, rememora sus tardes jugando en la calle Matillas: “Allí jugaba cuando tenía entre 6 y 8 años. Recuerdo que el juego de las canicas se llamaba ‘Titi y Cuarta’ y que todos disponíamos de muchas canicas de barro que comprábamos en los alfareros de la calle Valencia; con una ‘perra gorda’ nos daban de 10 a 12 bolas. Jugábamos en medio de la calzada, después de comer y hasta que nos llamaban nuestras madres para cenar. Discutíamos a veces por el juego, algo normal entre chiquillos”.

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Estas historias, junto con muchas otras, forman parte de un esfuerzo por preservar y compartir un legado cultural que nos recuerda que la infancia, en su esencia más pura, no necesita de grandes recursos, sino de creatividad, compañía y un espíritu de juego que trasciende generaciones.

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