
El testimonio de María Victoria: una maternidad entre rejas
El ingreso en prisión
María Victoria (nombre ficticio) tenía apenas 23 años cuando fue encarcelada. En ese momento, se encontraba en un estado avanzado de gestación, con siete meses de embarazo. Su primera reacción al ingresar en prisión fue el miedo. «La funcionaria me quiso meter en una habitación que no tenía colchón, me negué», relata con angustia. La situación era ya de por sí complicada, pero su negativa a aceptar esas condiciones iniciales marcó el inicio de una experiencia que, según sus palabras, se tornaría en una auténtica pesadilla.
Tras ese primer incidente, fue trasladada a la cárcel de mujeres de Alcalá de Guadaíra, en Sevilla, una prisión que contaba con un módulo especial para madres con hijos. Sin embargo, la distancia con su familia y la incertidumbre de lo que le esperaba hicieron que su situación emocional se deteriorara rápidamente.
La maternidad en prisión
María Victoria recuerda aquellos días con una mezcla de sentimientos encontrados. «Era un momento bonito, porque estaba embarazada, pero se volvió una pesadilla», confiesa. La ilusión por la llegada de su primer hijo se vio empañada por las duras condiciones de vida en prisión y la soledad que sentía al estar lejos de sus seres queridos. La joven, primeriza y sin el apoyo cercano de su familia, tuvo que enfrentarse a la maternidad en un entorno hostil y desolador.
El módulo para madres con hijos, aunque ofrecía algunas facilidades, no lograba mitigar el impacto emocional que suponía estar privada de libertad en un momento tan crucial de su vida. La experiencia de María Victoria refleja las dificultades que enfrentan muchas mujeres en situación similar, quienes deben lidiar con la maternidad en un contexto de reclusión.